Como una regla básica en toda poda, la tarea debe realizarse en la época de receso vegetativo de la planta, siempre atento al clima y las temperaturas que se registren. Es buen momento del año en que se impone este tipo de tareas para nuestro jardín o los árboles que haya en la casa.

Los árboles, como cualquier ser vivo que existe sobre nuestro planeta Tierra, están sujetos a los cambios climáticos y a las condiciones del medioambiente. La gran mayoría de árboles pasan por un proceso de florecimiento en la primavera, mientras que al llegar los tiempos invernales reducen sus procesos vitales.

Al tener más incidencia de los rayos del sol sobre la tierra y por ende, sobre los árboles y plantas, la fotosíntesis se activa con mayor intensidad.

La poda correcta da fuerza y vigor a una planta y por consiguiente, mejora su floración y desarrollo. Con la tala de verano promovemos el crecimiento de nuevos brotes.

Cortando los tallos en verano se promueve la circulación del aire y logramos prevenir enfermedades. Además, una gran multitud de árboles, tienen más energía cuando se limita el número de tallos y de hojas.

La poda en esta época, controla el crecimiento de una especie, dándole la estructura necesaria para que sus ramas soporten el peso tanto de las flores como de los frutos.

Por otra parte, favorece la adecuada distribución de las ramas, lo que es una garantía para  que la luz del sol llegue también al interior de la planta, crezca de manera armónica y florezca mejor.

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